
Crónica de la Salida a San Cibrán de Las y Ribadavia
7 de abril de 2018, aunque en primavera, salimos hacia Ourense con amenaza de lluvia y frío para disfrutar de una visita al Castro de San Cibrao de Las y a la villa de Ribadavia.
A la llegada a “A Cidade”, “Lambrica”, “Lansbrica”,” Lanobrica” o “Lansbricae” -pues todos esos nombres se le pueden dar el Castro de San Cibrao de Las-, somos recibidos por el atento personal del centro de interpretación y después de coger fuerzas con un café en su cafetería, salimos al exterior.
Nuestro guía, un arqueólogo, extrovertido, histriónico, simpático y sobre todo gran conocedor de la cultura castrexa, nos guía colina arriba para llegar al monumental Castro, según Jota (el guía así quiere ser llamado) es el mayor poblado fortificado de Galicia y tal vez del mundo, “una potencia mundial” en su época; con un período de ocupación continuada que abarca desde el siglo II a. C. hasta el siglo II, y con posibles ocupaciones esporádicas más tardías.
Se emplaza sobre una pequeña elevación al lado Monte de San Trocado, en el que también se encontraron restos de un castro de un período inicial de la cultura castrexa. El monte San Trocado impide el contacto visual directo del río Miño desde el castro. El castro se localiza en un punto de difícil defensa, en una pequeña llanura con pronunciadas pendientes por el este, algo menores por el norte y suaves por el oeste y por el sur. Jota explica, que, para protegerse, los habitantes de la Edad de Hierro del poblado construyeron dos murallas que lo rodean y delimitan; una exterior, separada por un foso (ahora rellenado) y otra interior, haciendo un símil con los perímetros de un duro y una peseta. La superficie intramurallas es de 95.900 m², distribuidos en 8.750 m² de acrópolis y 87.150 m² de anteacrópolis.
Entramos por la puerta principal del castro, la puerta oeste, para traspasar la primera muralla y entrar en la acrópolis delimitada por la muralla interior que está conformada por material granítico de la zona, de un espesor medio de 3 m. Se ve la fuente aljibe, que se encuentra situada al lado de la puerta oeste de la anteacrópolis, y es una de las construcciones más singulares de las destapadas en el yacimiento. Presenta planta rectangular con un lado menor en forma de ábside, y se cree que originalmente debió estar cubierta por una falsa bóveda. La mina que surte al aljibe tiene un caudal considerable, para dar abasto a la población de San Cibrao de Las, estimada en 3.000 habitantes. Hay otra fuente aljibe, en la ladera sureste del castro, posee escaleras rudimentarias y está situada en la parte exterior de la muralla del castro. En el interior de la muralla hay escaleras de diversa tipología, de uno o dos derrames, empotradas en el muro.
Recorremos unos metros de lo que podía ser un paseo de ronda enlosado, del que salen calles radiales que suben la colina; para acceder por la 2ª calle, adentrándonos en un nuevo barrio y entramos en la casa recuperada en la última excavación del año 2017.
Jota, emocionado, pues participó en esa excavación, va detallando todos los elementos descubiertos, las habitaciones, la cocina, la entrada, el patio, las ventanas, los símbolos que la identifican como la casa de una familia importante en el poblado, una inscripción en la piedra e incluso unas figuras, tipo busto, talladas en piedra. Se ve el sistema de recogida de aguas de la lluvia que van canalizadas bajo la vivienda para expulsarlas al exterior.
Las construcciones de San Cibrao son, la mayoría, articuladas en torno a un espacio, un patio al que se abren distintas construcciones, configurando una estructura conocida como «casas patio»; las cocinas son el espacio circular de esas casas.
Continuamos el recorrido hasta alcanzar la cima de la colina para descender unos metros por la ladera este del castro, todavía sin recuperar.
Jota explica que con los elementos descubiertos se sabe que los habitantes de este poblado desarrollaron una gran variedad de actividades económicas y productivas, principalmente basadas en la caza, ganadería, agricultura y minería, sin olvidarse de la realización de elementos de vestido (actividad textil) y de adorno (orfebrería). Insiste en que en su base de alimentación eran muy importantes las bellotas. Se plantea el debate sobre la cultura celta, somos celtas, no somos celtas……continuará.
El nombre original (Lansbricae) apareció en una de las tres inscripciones encontradas. Una en la puerta de poniente del recinto central, fragmentada; otra, breve y sobre la superficie de una piedra, en la acrópolis, con una dedicatoria a Júpiter; y la tercera, dedicada a Bandua Lansbricae, que, junto a los documentos medievales, permite conocer el nombre del poblado. Todas estas joyas arqueológicas están depositadas en el Museo Arqueológico de Ourense.
Después de dos horas de paseo castrexo, en el que nos acompañó el sol y las nubes a partes iguales, descendemos para dejar la colina y entrar en el centro de interpretación. En el interior vemos la exposición sobre la vida castrexa, fotografías y referencias de otros castros; algunas joyas de la Edad de Hierro de los pobladores de San Cibrao, vasijas grandes tipo olla, destinadas al almacenamiento y vasijas de menor tamaño para su uso en el fuego, una piedra con un grabado de trisquel y diversos objetos. Para completar la información, Jota nos pasa a la sala del taller y allí, sentados en infantiles y diminutas sillas, vemos como nuestro guía hace fuego, primero con las piedras, salen chispas, y después con la fricción de dos palos. Finalizando así nuestra inmersión en la Edad de Hierro.
Subimos al autobús para llegar a comer a Ribadavia y comienza a llover. Después de la comida, rematada con melindres de Ribadavia, comenzamos un recorrido por la villa.
Rosa Dorado será nuestra guía. Comenzamos al pie del castillo, con la ubicación geográfica del Ribeiro, en los valles del Miño, Avia y Arnoia. Rodeado de relieves montañosos y resguardado de la influencia oceánica, el cultivo de la vid es la característica dominante del paisaje, ocupando casi la totalidad de las laderas y hondonadas. En el siglo XII, se inició la expansión demográfica y económica de la ciudad, potenciada por el poder de los monasterios que la rodeaban, unida a la producción y comercialización del vino del Ribeiro. Los monjes se encargaron de realizar contratos con pequeños terratenientes en las orillas del río Miño para establecer granjas y prioratos dedicados al cultivo de la vid, en tanto que reconocían las excelentes virtudes del vino de la zona. Prosperó en la villa una comunidad hebrea agrupada en torno a la denominada Porta Nova, atraída por posibilidades interesantes para sus negocios.
Rosa resalta la calidad e importancia del vino del Ribeiro, siendo la primera zona con denominación de origen, otorgada por Alfonso X en el siglo XIII. La población judía alcanzó una gran densidad en Ribadavia y se presume que tuvieron una relevancia notable en la exportación de la producción vitivinícola por sus contactos en el norte de Europa. Además de comerciantes, ejercieron oficios de artesanos como herrero, sastre, zapatero, etc. En el año 1375, Enrique II de Trastámara nombra a Don Pedro Ruiz Sarmiento señor de Ribadavia y Adelantado Mayor del Reino de Galicia por su apoyo en la guerra dinástica contra su hermanastro, Pedro I, con lo que comienza el señorío de Ribadavia con los Sarmiento, lo que ocasiona la pérdida del estatuto de villa realenga.
En el siglo XIV, se inicia la exportación del vino del Ribeiro por toda España y Europa, a Francia, Portugal, Italia y en especial Inglaterra. Se transportaba en balsas y carruajes para el embarque en los puertos y era fundamental la navegabilidad del Miño para estos menesteres. El comercio fue continuo, abundante y próspero hasta el siglo XVIII. Existe constancia documental de que en 1592 se embarcó en Ferrol con destino a América 127 pipas de vino Ribeiro a 190 reales. Se cultivaba y destilaba el vino con tal perfección e intensidad por lo que alcanzó un enorme su prestigio internacional. Reputado entre los mejores de España de la época
El dominio de los Sarmiento, naturales de Ribadavia, fue reforzado en 1476 con la institución del Condado de Ribadavia en favor de Bernardino Pérez Sarmiento, privilegio concedido por los Reyes Católicos como pago por su ayuda en la guerra dinástica contra Juana la Beltraneja. En 1494, los mismos monarcas expulsaron a los judíos de los territorios, pero en el reino de Galicia hubo una notable ausencia de pogroms bajomedievales, ya que muchos judíos optaron por convertirse al cristianismo o bien resguardarse en la frontera con Portugal, para regresar cuando los inquisidores se hubieran marchado.
Entramos en el castillo que todavía conserva una importante necrópolis de piedra del siglo IX-XII, aparte de enterramientos antropoides excavados en roca viva del siglo IX y un sepulcro del siglo XII. Faltan las almenas, la famosa torre de homenaje y cualquier otro signo de protección. La muralla conserva 3 de sus 5 puertas. Data aproximadamente según estudios del año 1202, aunque otros historiadores comparten la idea del siglo XII. En la actualidad debido a su estado ruinoso, se están acometiendo obras de restauración en su totalidad. En el interior se construyó un auditórium, e incluso se instaló allí una piscina municipal, ahora inexistente.
Salimos del castillo y recorremos los callejones y plazas de Ribadavia. Rosa va explicando los rincones con encanto: recorremos el barrio judío y nos caen algunas gotas de lluvia que obliga a abrir los paraguas por primera vez, pero por poco tiempo. Vemos alguna de las siete iglesias que hay en Ribadavia, una muestra de la importancia de la ciudad; pasamos por delante de la casa de los familiares de un miembro de la Inquisición, donde se recogían las denuncias. También explica Rosa que hay un camino de Santiago que pasa por Ribadavia, siguiendo la ruta de las aguas termales. Desde una pequeña plaza con un mirador vemos pasar al río Avia, crecido y rápido. Comprobamos el abandono de la casa de las hermanas Touza, Lola, Amparo y Julia, que ayudaron a 500 judíos a huir del exterminio Nazi. Pasamos por algunas las tabernas (cerradas en ese horario) que antes eran bodegas, como el Papuxa, desde cuyo suelo abriendo una trampilla sale un túnel al río; también O Birral, con una pequeña puerta comunicada con otras de las mismas características para facilitar la salida de la ciudad de manera discreta.
Rematamos con una visita al Museo Etnológico de Ribadavia donde existe una exposición fotográfica permanente. La imagen y la fotografía manejadas desde una perspectiva foto-etnográfica, la música popular y otras cuestiones ligadas a la cultura rural de Galicia. Fotos de gente, pueblos, lugares, aldeas, actividades, fiestas, expresiones populares, que constituye el mejor archivo fotográfico de Galicia. Pasamos por la sala del vino, con una prensa antigua, barricas y muchos elementos vinícolas anteriores a la industrialización. La sala de la imprenta, con varias piezas antiguas de prensa, corte, guillotina. La exposición sobre pesca fluvial; otra sala de cerámica gallega mostrando el carácter rural y popular de la alfarería y una pequeña muestra centrada en el mundo textil del lino.
Volvemos a Vigo y comienza a llover de nuevo, recibiéndonos en la subida de Puxeiros un Arco Iris esperanzador.
Mary Noticias
7 de abril de 2018
Enlace a la galería de fotos
Crónica en pdf para descargar:
CRÓNICA DE LA SALIDA A SAN CIBRAO DE LAS Y RIBADAVIA