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SALIDA CULTURAL A LA ESCUELA NAVAL MILITAR Y CAMPO LAMEIRO
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EL primer viernes del mes de mayo, a las 9 horas, tal como estaba programado desde la asociación Aulas de Formación Aberta, partió la expedición, con 37 participantes (hubo dos bajas de última hora), en la salida cultural a la Escuela Naval Militar, Parque Arqueológico de Arte Rupestre y el paraje de aprovechamiento de recursos hídricos del río Barosa.
Un poco antes de las 10 ya estábamos en Marín y superado el control de acceso al recinto militar, pero una vez dentro, se produjo un pequeño desconcierto, que nos causó una demora de casi media hora; lo cual no fue óbice para que la visita transcurriera luego de la forma deseada.
Personal de la Escuela Naval Militar de Marín el 3 de mayo de 2024
La espera nos sirvió para observar el movimiento de gente por toda la explanada, sorprendiendo a muchos ver como algunos lo hacían a la carrera. Eran (como luego nos aclaró una de las personas que nos acompañaron durante todo el tiempo de permanencia en las instalaciones) los aspirantes (alumnos) de primero, ya que, de ir andando, “daría la sensación de que les sobraba tiempo”, lo que no se entendería en un estudiante que se inicia en esta dura profesión. Con todo, eso para unas personas de su edad, no creo que sea tan duro como la obligación de permanecer en la Escuela todo el tiempo –incluidos los fines de semana-, tan solo con la excepción de los periodos de vacaciones no lectivos.
Como decía, estuvimos, todo el tiempo, acompañados por dos comisionados: los marineros Rebeca y Adrián, y con apariciones frecuentes del Oficial de Guardia, que nos fue presentando a los profesionales que nos explicaron el contenido y la función de las distintas dependencias visitadas: las cabinas de simulación de la navegación, la magnífica biblioteca histórica, el planetarium o el pañol histórico – museo.
El algún momento, cuando nos explicaban que los alumnos, aparte de la formación castrense, obtenían un grado de ingeniería mecánica, fruto de un convenio entre la propia Escuela, el Centro Universitario de la Defensa y la Universidad de Vigo, alguien apuntó que, precisamente, formaba parte de nuestro grupo el que era Rector a la sazón, José Antonio Rodríguez Vázquez.
En la cabina de simulación pudimos comprobar cómo se comportan los navíos en diferentes situaciones, con estados del mar muy variados; tan bien imitados que hubo quien llegó a marearse.
Una de las dependencias mostradas con más dilación fue el Planetarium, que nos dicen que, a pesar del desarrollo de los nuevos sistemas de navegación, sigue siendo base de estudio para los futuros militares; toda vez que es una referencia relativamente inmutable y fuera de la posibilidad de inhibición o secuestro por parte de un hipotético enemigo. Nos proporcionaron muchos datos y los nombres de cuanta estrella se divisa en este firmamento; hasta llegar a producir cierta saturación. Personalmente me he quedado con dos axiomas: uno que cualquier cálculo efectuado en base a la localización de una estrella, debe de ser comprobado mediante la verificación por otro procedimiento, y dos, los matices diferenciales entre los conceptos situación (indicación suficientemente aproximada) y ubicación (señalización exacta mediante las coordenadas).
En la Biblioteca Histórica, que se según nos dicen permanece tal como fue concebida hace ya 80 años, guarda una interesante bibliografía, aunque la más técnica y de frecuente consulta se archiva en otra dependencia; dado la falta de espacio y la ya escasa funcionalidad de esta. En algunos aspectos se puede apreciar que esta institución no es ajena a los ajustes presupuestarios generales.
Finalmente nos condujeron a la zona del Pañol Histórico – Museo, con un contenido bien interesante, pero que el anuncio de unas maniobras basadas en un simulacro de incidencias con un vehículo ubicado en la zona de la explanada, precipitó la salida, a fin de no perdernos un acontecimiento tan singular como inesperado.
Aunque no pudimos conocer los últimos objetivos del operativo, por lo que hemos observado, se trató de una actuación de miembros del cuerpo especial de infantería de marina, que llegaban a la dársena en helicóptero, del que descendían hasta el agua asidos a una soga -incluido un perro adiestrado-, para desde allí desplazarse hasta tierra firme, donde se supone que estaba el supuesto objetivo. La falta de colaboración del tiempo (comenzó una fina llovizna precisamente en ese momento) y la barrera humana constituida por un gran número de personas uniformadas –se supone que alumnos-, nos limitaron la visión del sucedido.
Y ya con algún retraso, tomamos nuevamente el autobús para dirigirnos a Campo Lameiro, y más concretamente al restaurante Casa Tito, donde dimos buena cuenta del abundante menú concertado, con alguna mejora que, no obstante, no todos han valorado como tal.
Desde ese momento no ha dejado de llover, pero ello no ha sido cortapisa para, en la medida de lo posible, completar el programa. Y así, con algo de demora, nos encaminamos al Parque Arqueológico de Arte Rupestre, recientemente incorporado al Patrimonio Cultural Europeo.
Nos recibieron en el Centro de Interpretación donde nos han conducido, en una visita guiada, por todas sus dependencias, que ha resultado del máximo interés. Donde, además, nos han ofrecido datos que ponen de manifiesto la importancia del parque y su entorno, como haber sido declarado Monumento Histórico Artístico, Capital del Turismo Rural (Campo Lameiro 2023, sucediendo a Cazorla), Capital del Arte Rupestre, uno de los lugares de mayor concentración de petroglifos de Europa, y hasta hubo quien se ha referido este yacimiento como la Capilla Sixtina del arte rupestre.
Después de algunas dudas, un amplio grupo nos decidimos a desafiar las condiciones meteorológicas y realizar la ruta más corta por el parque (a un kilómetro de distancia aproximadamente, mientras que la más completa ronda los cuatro), hasta alcanzar A laxe dos Carballos, una roca lisa llena de grabados, en la que destaca la figura de un gran ciervo, con varias lanzas clavadas en el cuerpo y una especie de collarín, con detalles figurativos nada frecuentes, como las pezuñas, los ojos o las orejas. A su lado aparecen varias combinaciones circulares, alineaciones de cazoletas y otros ciervos de menor tamaño. Una curiosidad en la que enfatizó la guía es que todos los ciervos están orientados en la misma dirección, lo que, a su juicio, podría representar una especie de mapa por el que orientarse los practicantes del pastoreo de la época.
La verdad es que por lo visto y por las referencias de la guía a otras representaciones (mucha incluso fuera del propio recinto del parque), nos hemos quedado con ganas de más. En este sentido, citó como lugar de especial interés, el Castro de Penalba, en cuya estructura superior se encuentra la ermita de San Antoniño, y a su lado la llamada Pedra da Serpe, cuya figura tallada es tal vez el icono más representativo de toda la amplia zona que circunscribe el Parque.
Y con esto se da por concluido el programa, ya que por cuestiones climatológicas y, sobre todo, de cumplimiento de horarios de nuestra magnifica conductora, no lo hemos podido completar con la visita a la fervenza y molinos del río Barosa. Otra vez será.
Leonardo Pérez Ferreiro
Aulas de Formación Aberta
Vigo, 3 de mayo de 2024
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