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Con puntualidad “suiza”, el 25 de noviembre, a la hora establecida, partió hacia la ciudad herculina, la expedición compuesta por 26 socios y acompañantes inscritos en el programa elaborado para visitar los museos de ciencia, interactivos, de titularidad municipal.

Nada más tomar la autopista, se percibía un murmullo de conversaciones tan solo interrumpido, mediado el recorrido, por Rosy para dar unas pinceladas sobre los detalles de las visitas que nos esperan. Con lo cual, sin apenas darnos, cuenta un poco antes de las 11, ya estábamos en el aparcamiento del Aquarium Finisterrae Coruña, más conocido popularmente como La Casa de los Peces.

                                                       

Allí, una vez superados los controles de acceso, una empleada del establecimiento nos explicó brevemente la estructura; que consta de dos partes: una interior (configurada por cuatro salas: Isabel Castelo, Humboldt, Maremágnum y Nautilius) y otra exterior (con tres piscinas con agua de mar permanentemente renovada, sensibles a las mareas: Paraíso Marino, Piscinarium y la del Ancla). Así mismo nos orientó sobre la forma de realizar la visita, los puntos más relevantes y alguna de las cosas que deberíamos evitar, como el tocar los metacrilatos, a fin de no molestar a los “residentes”; cosa que, además, el personal de limpieza agradecía por adelantado.

Ya inmersos en la visita, después de recorrer los 60 módulos de la sala Maremágnum (cuyos títulos y contenidos responden a otras tantas preguntas del público canalizadas en su día a través de La Voz de Galicia), pasamos a la Humboldt -dedicada a exposiciones temporales- donde llamó la atención la titulada, Sexo Azul; para desembocar en la Nautilius, donde destaca el decorado inspirado en la literaria nave de capitán Nemo, inmersa en una inmensa piscina de casi 5 millones de litros, donde gracias a su diseño circular y el forzado de corrientes de agua, hace que la gran población de peces allí contenidos puedan moverse de forma similar a como lo harían en la naturaleza.

La “estrella” de este habitad es Gastón, un tiburón de casi 3 metros de largo que, a pesar de ello, se deja ver un poco a hurtadillas.

Ya en el exterior, que se hizo coincidir con el medio día, que es cuando desayunan las focas, nos dirigimos al Paraíso Marino.

Las focas macho (de nombres Altair, Gregor, Hansi, Fermín y Carmelo) están en “El Paraíso Marino”, una piscina que recibe directamente agua del Océano Atlántico.

Las hembras, 9 en total (Bine, Deneb, Lara, Paula, Petra, Vega, Antía, Sabela y Lucía) habitan en El Piscinarium.

Las focas entran y salen libremente –junto con Hansi, el primer macho del Aquarium que, en función de su edad, comparte este privilegio-; y, a la señal de un silbato, acuden ordenadamente a la plataforma para recibir el menú del día.

Una vez disfrutado del espectáculo nos dirigimos al siguiente destino. Ese destino no era otro que La Domus, antes conocida como la Casa del Hombre, el primer museo interactivo que trata de forma global y monográfica el ser humano, según dicen los folletos.

Después de una ligera disputa entre Rosy y Carlos, el conductor, sobre la calle de acceso a la entrada principal, que se resolvió de la mejor manera posible, ya que ambos tenían razón; hicimos un recorrido por su interior, siempre ameno e interesante, pero inevitablemente rápido, pues el programa nos seguía apremiando. A algunos nos interesó el estado del recubrimiento de la fachada curvada del edificio, que está protegida por una discreta red, a fin evitar el desprendimiento de las piezas de pizarra que la configuran.

 

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Por fin, llegó la hora de reponer fuerzas, para lo que el bus nos acercó al restaurante preelegido que dio cumplida satisfacción a nuestras necesidades. Otra cosa fue a la hora de tomar café en una cafetería situada justo al lado, que llegó al disparate de cobrar la unidad hasta a tres precios diferentes. Vamos, a (dis)gusto del consumidor.

Ya por la tarde, y siempre en nuestro bus, nos dirigimos al parque de Santa Margarita, para visitar la Casa de las Ciencias, donde se encuentra el Planetario. Allí recorrimos las tres plantas de exposición inferiores que, aunque más pensadas para niños, no hemos dejado de curiosear con todo interés.

La sesión de observación del planetario, dirigida y comentada por un empleado municipal que, aunque puso el máximo interés, para más de uno, no fue suficiente para evitar los ataques de Morfeo.

Y sin más preámbulo, nos volvimos a instalar en el autobús que en menos de dos horas nos devolvió a las estaciones de partida de cada uno.

Leonardo Pérez Ferreiro

Secretario de Aulas de Formación Aberta

Universidad de Vigo, campus de Vigo

Enlace para ver todas las fotos de la salida:

http://aulasdeformacionaberta.webs.uvigo.es/25-11-2023-salida-cultural-a-coruna/

Documento en pdf

25.11.2023 CRÓNICA SALIDA CULTURAL A CORUÑA